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En la dialéctica de mi obra hay un constante paralelismo entre tiempo y espacio, es ahí donde se funde la memoria jugando, sin lugar a dudas, un papel importante a la hora de pintar. Es una manera de ir concibiendo a modo de criptogramas, códigos cifrados que habrá que descifrar, pero mientras éstos no se hayan colocado en su correcta relación con todo lo demás no resultará aparente su sentido, entonces será cuando la luz y el color no serán ya de la memoria, sino del arte. Aunque ésta sea la intención de cualquier pintor, los códigos que nos llevan a esa situación son inconmensurables e imprevisibles, por eso, a veces, atravesamos ese invisible mundo de las ideas que nos hacen estar constantemente como aprendices para intentar acceder al Parnaso.

 

Carmen Pérez-Ramírez

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